Previo al nacimiento del primogénito de Dios la autoridad ya tenía planeado para él un futuro mortal, mandarlo de regreso con su padre; así se elaboró un programa de aniquilamiento el cual se extendía a todos los recién nacidos, nadie sabía cómo lucía el que sería rey de reyes entonces Herodes se aseguró y ordenó que todo neonato fuese aniquilado, de esta manera Cristo nace en medio del sacrificio de cientos de infantes inocentes. Igual no pudo escaparse a su destino y expiró entre palos como vil ladrón. Luego sus apóstoles y algunos remanentes de su séquito empezaron a extender su mensaje de igualdad, fraternidad y libertad; era el culto de un hombre que en el papel no era nadie pero que a nivel espiritual se encontraba por encima de cualquier soberano temporal, su número fue creciendo poco a poco principalmente porque te prometían la paz post-mortem, no eran violentistas ni sediciosos, es más eran pacíficos. Nada de eso evitó que fueran perseguidos en todos los rincones del imperio por el simple hecho que no reconocían en el emperador su carácter divino. Se puede observar que la relación entre el estado y el cristianismo nunca fue buena; primero mandan matar a su líder antes que nazca, luego lo hacen agonizar y finalmente sus partidarios son diezmados; incluso eran parte del entretenimiento en los coliseos romanos, torturados en plena arena, le soltaban fieras salvajes sin mayor defensa que sus manos desnudas. En pocas palabras se volvieron los nuevos judíos, los culpaban de incendios, sequías, inundaciones y cualquier cosa absurda que ellos nada pintaban; por otro lado los cristianos sólo reclamaban tolerancia ¡Libertad de culto! ¡Libertad de culto! Gritaban de entre sus cuevas donde se escondían como ratas.
a
Luego de tantas penurias el grupo cristiano comenzó a recibir la gracia divina, designio sagrado o un simple sueño fue lo que ocasionó que Constantino I les diera la tan anhelada tolerancia que pedían a gritos. Posiblemente fue su madre, Elena, la que estuvo maquinando detrás de todo pues ella fue captada por los secuazes de Cristo años atrás; sea como fuere en 313 d.c. entró en escena el edicto de Milán que originó un incremento sustancioso de iglesias y además cualquier cristiano ahora tenía potestad para participar en algún cargo de poder, Constantino acogió esa fe minutos antes de fallecer. Las cosas les empezaron a salir mejor, se convirtieron en una religión más del imperio romano tanto de occidente como de oriente, empezaron a acariciar un poco de poder y además tuvieron un emperador entre sus feligreses; nada mal, nada mal.

A excepción de la regencia del apóstata Juliano el cristianismo se volvió la religión de los emperadores hasta que Teodosio I la legalizó como la oficial, irónicamente el paganismo se torna ilegal y pasa de perseguidor a objeto de la persecución. En 380 d.c. se publica el edicto de Tesalónica y así lo que se inició siglos atrás con un carpintero nazareno se torna en un gigante internacional, “Queremos que todos los pueblos que son gobernados por la administración de nuestra clemencia profesen la religión que el divino apóstol Pedro dio a los romanos…”. Sus ansias de tolerancia se trastornaron en intolerancia religiosa, cualquier otro culto se convirtió ilícito y por ende debía ser abatido; en los siglos venideros se consolidará su hegemonía y derramarán sangre inocente en pos de combatir las herejías. ¿Se acuerdan de sus gritos de libertad de culto? ¿Qué pasó con sus peticiones de tolerancia religiosa? ¿Acaso no querían vivir en armonía con otras religiones? ¿Se les olvidó? ¿Ya no se acuerdan, pendejos?